El día en que te das cuenta de algo

Ese día, cuando me regalaron la Commodore 64, yo tenía 16 años.

Hasta ese momento, había recibido muchos estímulos. Había visto en la tele a la Pantera Rosa, a Meteoro, al Chavo y a Maxwell Smart. Había leído libros de los Hollister, de Hesse, de Asimov y de Bradbury. En los recreos, había jugado a las figuritas, al poliladron y a la botellita. Había estudiado el sujeto y el predicado, el debe y el haber, el subjuntivo y el pretérito pluscuamperfecto.

Ese día, mi abuelo materno me trajo la Commodore 64. La conecté a una tele blanco y negro que teníamos en casa. Leí las primeras líneas del manual y escribí esto en el teclado:

10 PRINT ¨Hola¨
20 GOTO 10

Después puse RUN y, de repente, la pantalla que hasta ese momento había estado poblada por el Capitán Escarlata, el Inspector Clouseau, Pipo Pescador, Berugo Carámbula y Gachi Ferrari, se llenó de Holas. Muchos Holas. Toda la pantalla llena de Holas.

Cuando vi eso, me estremecí. Recuerdo que todo el cuerpo me tembló y me quedé mirando esa ola de Holas en la pantalla un rato largo. Recién hoy, 40 años después, creo que entiendo qué me pasó.

Me devoré ese manual y le dediqué muchísimo tiempo a hacer cosas con la compu. Con mi amigo Julio, pasamos los fines de semana jugando a crear mundos con la Commodore 64. Entre muchas otras cosas, desarrollamos y registramos el BEC64, el Basic en Español para la Commodore 64, una intervención al sistema operativo de la compu para que todo el lenguaje de programación (incluyendo todos los mensajes de error) estuviera en nuestro idioma.

El regalo de mi abuelo me introdujo a la computación y a la programación. Pero más importante que eso, ese día me di cuenta de que, si yo quería, no solo podía consumir todos esos estímulos que tuve hasta los 16 años, sino que también podía crear algo, podía generar cosas para otros, podía sorprender.

La semana pasada fui a lo de mis viejos y después de buscar un rato, ahí la encontré, cubierta de polvo pero intacta. La limpié un poco y acá está:

 
 

Obviamente seguí mirando a Martín Karadagian, a la Momia (luchador sordomudo), a Tufic Memet y al Caballero Rojo, pero ya no era lo mismo. Ahora yo también podía crear. Y eso, de lo que me di cuenta ese día, creo que fue lo que me estremeció.

¿Recordás algún momento en el que te hayas dado cuenta de algo que tuvo impacto en el resto de tu vida? Podés dejar tu comentario en Instagram, en LinkedIn o en Facebook.

Otro día te cuento lo que me pasó cuando tuve el upgrade de la Commodore 64 a la Commodore 128.

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