Convertirnos en la persona más interesante que podemos ser

Al comienzo de la pandemia, el diario The Atlantic tuvo una idea brillante. Como no se podían hacer ceremonias de graduación en las universidades de Estados Unidos, le encargó a varias personas destacadas que escribieran discursos de graduación, para que los que se graduaban pudieran leerlos desde sus casas.

Leí varios y me impactó especialmente este discurso de David Brooks.

Si tienen 15 minutos y leen inglés, mejor vayan a leerlo ahora y no sigan leyendo acá. Si prefieren dedicarle menos tiempo y leer en nuestro idioma, acá les comparto mi traducción libre y mis comentarios de algunas de las frases que más me impactaron.

Dice algo así...

Resulta que te graduaste en una emergencia global que interrumpió todo. Esa carrera profesional que tanto te preocupaba está fundamentalmente interrumpida. No lo veas como un vacío. Velo como un permiso para otras cosas. Y acá viene la bomba (este soy yo comentando). Si usás los próximos dos años para hacer algo que nunca hubieras hecho si esta emergencia no hubiera ocurrido es posible que no termines más rico, pero terminarás siendo más interesante.

Chan. Me quedo pensando, cómo serían nuestras vidas si nuestra función objetivo, eso que queremos maximizar en la vida, consciente o inconscientemente, fuera convertirnos en la persona más interesante que podemos ser.

Me recuerda a la frase de Larry Page que decía algo así como ¨dedicate a hacer algo en tu vida que no se haría si no lo hicieras¨. Pero esta frase da para mucho más, así que no lo voy a profundizar ahora.

En otra parte, el artículo de David Brooks dice...

Estoy preocupado por sus dietas mentales. La exposición a la genialidad tiene el poder de expandir la consciencia. Si pasás mucho tiempo con los genios, tu mente terminará más grande y más amplia que si pasás tu tiempo solo con cosas comunes, con comida mental chatarra.

Cuando terminamos de estudiar nuestra capacidad máxima de saborear se empieza a reducir. Pero luego llega una pandemia, y de repente tenés tiempo para leer a Borges, para mirar a Rembrandt y a Dalí. De repente sentís que tu consciencia se expande una vez más. Los viejos músculos intelectuales vuelven.

La aventura de seguir aprendiendo durante toda la vida nos expande la conciencia, nos transforma en la persona más interesante que podemos ser y nos mantiene vivos. ¿Qué más podemos pedirle? Ah, sí, también nos conecta con gente con la que queremos estar.

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