Mi primera red social

En los primeros años de las redes sociales, la gente competía para ver quién había sido el primero en usar una.

- Yo empecé con Twitter en 2009, decía uno.
- Yo te gané. Empecé antes con Facebook. Me hice la cuenta en 2008.
- Jaja, Facebook, yo empecé con mySpace en 2004.
- Y yo, con America Online, agarrate, en 1999.

Cuando llegaba el de America Online, la conversación terminaba. Era imposible competir con el de AOL.

Sin la intención de presumir y sin la creencia de que mi autoestima depende de ganarles, quiero compartir acá, humildemente, cómo les paso el trapo a todos.

La primera vez que usé una red social fue en 1981.

Pará, dirán ustedes, si en 1981 ni siquiera existía el email.

Les cuento.

Yo era adolescente y durante varios años estuve obsesionado con el ajedrez. Estudiaba, leía libros, tomaba clases, jugaba torneos en el Club Argentino de Ajedrez. Pensaba en ajedrez todo el día. Como alguna vez dijo Bobby Fischer, yo sentía que el ajedrez era la vida.

Pero llegó un momento en que se me hizo insostenible. Los torneos se jugaban en días de semana y con 15 años yo volvía a las 2 de la mañana a casa con mucho olor a cigarrillo (sí, se fumaba fuerte en los torneos, yo no, pero daba los mismo porque muchos sí) y al día siguiente no me podía levantar para ir a la escuela.

Entonces con un poco de sana presión de mis viejos decidí dejar de jugar esos torneos. Como mi pasión por el ajedrez seguía intacta, sentía que tenía que encontrar la manera de seguir jugando. Fue así que descubrí el ajedrez por correspondencia.

¿Qué?

Sí, ajedrez por correspondencia. Por carta.

Para comunicar tu jugada, mandabas una carta por correo. Tenías que poner estampillas y tirarla en un buzón para que mágicamente llegara al otro lado del mundo una semana después, y así el otro supiera que jugaste peón cuatro rey. Tu rival se tomaba un par de días para pensar su respuesta y te escribía otra carta con su jugada: peón cuatro alfil dama.

Si alguna vez viste una partida de ajedrez tradicional y te pareció un poco lenta porque puede durar 4 horas, te cuento que las partidas por correspondencia podían durar hasta 3 años.

Me anoté en el Torneo Mundial de Ajedrez por Correspondencia. En mi grupo éramos 22 jugadores y cada uno jugaba contra otros 10 del grupo. Como no podíamos esperar a terminar cada partida para empezar la siguiente, se jugaban todas al mismo tiempo. Durante 3 años jugué al ajedrez así. Jugué con rusos, yanquis, españoles, alemanes del este y del oeste, yugoslavos y otros más.

Esos jugadores pasaron a ser mis amigos de esa red social analógica. En promedio, me llegaba una carta por día. Cada mañana me despertaba y iba corriendo a la puerta de casa para ver si habían llegado las próximas movidas. Era como recibir notificaciones.

En ese momento no me daba cuenta de que estaba siendo parte de una red social. Pero cuando años más tarde empecé a recibir pedidos de amistad en Facebook o notificaciones en Twitter o Instagram sentí que ya había vivido algo parecido a comienzos de los 80s.

Así que si vos sos el de AOL, sabé que si yo estoy en esa conversación para ver quién fue el primero, no tenés chances.

Ah, terminé por la mitad de la tabla de posiciones, gracias a que varios se murieron antes de terminar la partida.

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