Conversaciones con tu gente querida

Recibí muchísimos comentarios sobre las conversaciones de Aprender de Grandes con mi viejo y con mis dos hijos (Lele y Juli). Me llegan muchos comentarios de todos los episodios (gracias a todos los que me cuentan qué les pasó cuando los escucharon), pero los comentarios de estos tres episodios fueron muy distintos.

Mientras que con los demás episodios me dicen aprendí esto, nunca había pensado en eso, me emocioné cuando dijo aquello, me enamoré de la persona con la que conversaste, y otras cosas así, con mi viejo y con mis hijos los comentarios tuvieron otro tono. Qué linda relación, qué linda familia, la manzana no cae lejos del árbol, de tal palo tal astilla y, en el caso de mi viejo, qué lindo que lo tenés todavía; yo ya no lo tengo y me hubiese encantado tener una conversación así.

Y sí, tengo la suerte de tener una familia hermosa (que no se salva de los quilombos que tienen todas las familias). Pero no creo que sea muy distinta a otras familias, como la tuya. Con mi viejo y con mis hijos (y con mi esposa, mi vieja, mis hermanos, mis cuñados, etc.) tenemos conversaciones pero nunca como las que tuvimos en Aprender de Grandes. Algo casi mágico pasa cuando nos encerramos en un estudio de grabación, apagamos los celulares y, durante un rato largo, lo único que vamos a hacer es conversar. Así, sin interrupciones ni otros estímulos. Escuchar fuerte y disfrutar del encuentro.

Entonces quiero hacerte una invitación. Pensá en las personas que te rodean (pueden ser familiares cercanos o amigos) ¿Con quiénes te gustaría tener una conversación de las buenas? Elegí a una de esas personas. Llamala (del verbo llamar, no del verbo mandar-mensaje-de-whatsapp) y decile que querés conversar con ella. Acá van mis sugerencias para que sea una conversación memorable:

1 - Pongan horario de comienzo, pero no de finalización. Si pueden, liberen su agenda por el resto del día. Que la conversación dure lo que tenga que durar y que ninguna de las dos personas sienta la necesidad de saber qué hora es.

2 - Busquen un lugar sin ruidos y sin interrupciones.

3 - Cada uno puede pensar en dos o tres temas sobre los que querría conversar. Pueden ser cosas sobre sus historias personales, su vínculo, sus sueños, sus frustraciones, sus secretos, sus opiniones. Cualquier cosa que sea importante para ambas personas y que típicamente no surge en las conversaciones diarias con muchas interrupciones. Si quieren, pueden compartir con la otra persona esa lista de dos o tres temas, unos días antes de la conversación. Si se sienten raros, pueden echarme la culpa, pero no arruguen.

4 - Cuando se junten, pongan sus celulares en modo avión (no en vibrador). Tengan agua a mano (la van a necesitar) y vayan al baño antes de empezar a conversar (después no se van a querer parar).

5 - Si es posible filmen la conversación. Es fácil de hacerlo con un celular (asegúrense de que esté enchufado y que tenga suficiente espacio en la memoria). En principio, ese video es para ustedes. Les va a encantar verlo dentro de un tiempo o, al menos, saber que ahí está. Que eso que conversaron no se va a perder.

6 - Si les da ganas, compartan ese video con otras personas. Puede ser un grupo íntimo o pueden publicarlo en Youtube. Siento que esto puede ser contagioso y en una de esas muchos más tengamos ganas de tener conversaciones como la que vas a tener vos con esa persona cercana.

7 - Si quieren compartir esa conversación con los oyentes de Aprender de Grandes, mándenme el video. Si recibo varios, los subo al canal de Youtube de Aprender de Grandes.

Listo. Así de fácil y así de transformador. Un antes y un después en las relaciones y en las vidas de la gente que pasa por la experiencia (al menos lo fue para mí).

Hasta acá lo que escribí hace unos días, y dejé reposar. Ahora es jueves 21 de abril, y lo acabo de releer para terminar de preparar este email y me acabo de acordar de algo. Y me estremecí. Me acordé de una charla TED que vi en 2015, hace 7 años, que en el momento me impactó mucho y me hizo pensar yo quiero ser parte de algo así. No había vuelto a ver esa charla, pero evidentemente en algún lugar de mi mente la tenía muy presente. Evidentemente fue una corazonada lenta que se fue cocinando de a poco y que finalmente impactó mi vida cuando conversé con mi viejo y mis hijos. Mirala. Acá está.

Ojalá disfrutes de las conversaciones con tu gente querida como yo disfruté las que tuve con mi viejo y mis hijos. Si estás dudando de si hacerlo o no, si te da miedo, si te da fiaca, pensá que es mucho más probable que te arrepientas de no hacerlo que de sí hacerlo.

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