Creo que inventé algo

Si me apurás con ¿cuál es el mejor comienzo de todas las charlas de TEDxRíodelaPlata?, me sale decir, la de Luis von Ahn de 2011. Fue algo así:

  • ¿Cuántos de ustedes han tenido que llenar un formulario en Internet en el cual han tenido que ingresar unas letras distorsionadas así como éstas? (muestra una imagen de esas letras distorsionadas y en la audiencia todos levantan la mano).

  • ¿Cuántos odian hacer eso? (todos levantan la mano).

  • Excelente. Bueno, eso lo inventé yo.


Acá podés ver esa charla completa. Eso que inventó Luis se llama captcha y se usa para probar que la persona que completa el formulario es un ser humano y no un robot. Y funciona porque los seres humanos somos relativamente buenos en identificar esas letras, pero a las compus se les complica. Con el tiempo, las computadoras mejoraron y para que sigan funcionando los captchas tuvieron que hacerlos cada vez más difíciles o complementarlos con fotos en las que tenemos que identificar dónde hay semáforos o sendas peatonales. 

La idea de un dispositivo que nos permita probar que somos seres humanos me fascinó desde que lo escuché a Luis. Y se nota que me dejó pensando, porque la semana pasada tuve una idea relacionada con esto y creo que inventé algo.

Resulta que hice un formulario para que un grupo pequeño de gente cercana complete algunos datos. Para mí era muy importante que la persona fuera quien decía ser, y no un impostor, es decir, otra persona que se hiciera pasar por la persona que yo quería que completara el formulario.

En este caso, no tenían que probar que fueran seres humanos, así que un captcha no me servía. Necesitaba crear un mecanismo por el cuál cada persona que completara el formulario pudiera probar que era él o ella. Entre nosotros, te cuento que no era un riesgo real, pero igual me di manija con esto. Se me ocurrió incluir esta pregunta en el formulario:

Decime algo que pruebe de manera contundente que sos vos. Lo mejor es que me cuentes algo que solamente vos y yo sepamos.

Lo que sucedió me impactó mucho y me acercó, de manera inesperada, a las personas que completaron el formulario. Así que ahora lo estoy extendiendo y hago el ejercicio cuando me encuentro con gente cercana. Les propongo que pensemos en cosas que solamente vos y yo sepamos. Por ahora resultó un disparador espectacular de conversaciones y este juego me acercó mucho a esas personas. 

No sé si lo inventé yo. Quizá (seguramente) ya existía algo así, pero yo no lo conocía. Y me gustó mucho la sensación de que una charla TED que vi hace 11 años sembró en mí algo que germinó tanto tiempo después. Estoy convencido de que exponernos a muchas ideas a lo largo de la vida, sin saber si nos van a servir para algo o no, es una de las mejores inversiones que podemos hacer.

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