Momentos guau

Hasta mis 15 años, para canalizar mis ganas de jugar al ajedrez tenía que conseguirme otro humano. Cuando lo conseguía (muchas veces a costa de anotarme en torneos en los que jugaba días de semana hasta la 1 am y volvía a casa con mucho olor a cigarrillo) estaba feliz, pero otras veces tenía que hacer autogestión ajedrecística leyendo libros y sin nadie del otro lado del tablero.

Para mi cumple de 15 me regalaron una máquina que jugaba al ajedrez. Se llamaba Sensory Chess Challenger y era alucinante. Todavía debe estar en la baulera de mis viejos, y la voy a ir a buscar. Mientras tanto, te cuento que tenía esta pinta:

Tenía 10 niveles de juego. Yo le ganaba en los niveles más bajos y perdía casi siempre en los niveles más altos. Así que podía fijar un nivel intermedio en el que tenía posibilidades de ganar si me esforzaba lo suficiente. Y cuando terminaba la partida, la máquina la recordaba y podía recrearla para ver en qué movidas me había equivocado y así aprender. Era genial.

Esto pasó hace mucho tiempo y lo recuerdo muy vívidamente. La mejor manera que encontré para describir lo que sentí al recibir ese regalo es que fue un momento guau. Sí, ya sé, no es una frase muy poética ni sofisticada, pero así me sale. Un momento guau.

Y me pasaron dos cosas.

La primera es que empecé a hacer la lista de los momentos guau que recuerdo de mi vida. Algún día la voy a compartir. Mientras tanto, te recomiendo mucho el ejercicio. ¿Cuáles fueron los momentos guau de tu vida?

La segunda es que siento que ahora no tengo tantos momentos guau. Quizá es porque uno crece y ya menos cosas te sorprenden. Pero me parece que sigo teniendo la capacidad de asombro de siempre y que hay tanto por conocer que no se debería agotar. Creo que la razón por la que me cuesta tener momentos guau es otra y tiene dos fuentes principales:

Fuente 1: tenemos tantos estímulos que no nos detenemos a saborear lo que nos acaba de sorprender porque ya estamos cliqueando en el próximo link, seguimos bajando en el feed de nuestra red social favorita.

Fuente 2: es difícil sorprender a nuestros amigos con algo nuevo que todavía no hayan visto y eso puede devaluar la sensación personal de asombro.

Con todo esto, desarrollé un método muy simple para potenciar mi capacidad de tener momentos guau. Acá va por si te sirve a vos también. Hago esto:

  1. Cada vez que me cruzo con algo que me sorprende paro. No sigo cliqueando. Lo saboreo y digo guau en voz alta. Y después lo anoto en mi cuaderno. Quizá nunca más lo lea, pero escribirlo me ayuda a saborearlo. Acá van los títulos de tres cosas que anoté ayer: AlphaFold, la arquitectura y la historia de la música, la tensión creativa entre el caballo y el alfil.

  2. Cuando me sorprendo con algo, se lo cuento a mi esposa y mis hijos en la cena familiar, o a mis amigos tomando un café o caminando, o a vos en este email de los lunes (pronto te voy a contar alguna de las cosas que anoté ayer).

  3. Esta es quizá la menos obvia pero probablemente la más importante. Cuando alguien me cuenta algo que me sorprende digo guau en voz alta. Siento que la mejor manera de desarrollar la capacidad de seguir sorprendiéndonos es compartir esa sensación y celebrarla.

¿A vos qué te sorprende? ¿Cuáles son sus momentos guau? Si querés compartirlos, hacé click acá y dejá un comentario. Me encantaría leerte.

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